Después de haber sido uno de los grandes imperios europeos, una potencia económica y marítima que dominó el Mediterráneo durante ocho siglos, acumulando una inmensa fortuna, Venecia afrontó en el siglo XVIII una aventura absurda, provocada por el despilfarro de su riqueza y la burla de sí misma. Todos los comentaristas hablan de la «decadencia» de Venecia en el Setecientos, pero sin aclarar qué quiere decir el término en ese contexto. En este ensayo recuperado, Félix de Azúa sintetiza con agilidad, brillantez e inteligente ironía los graves problemas internos y externos que encontró Venecia para pasar, en apenas ochenta años, de la pujanza conquistadora a la irrelevancia internacional y la desaparición postrera. Es una crónica que termina en llanto, pero el camino que llevó a la Serenísima República a la rendición y el abandono es también una historia apasionante. Su derrota fue la muerte de un mundo antiguo, devorado por las naciones modernas, el avance tecnológico de los ejércitos y la competencia de otros imperios comerciales, y devorado asimismo por los propios venecianos, que dilapidaron su fortuna en