La cuestión educativa, siempre candente, se puede abordar desde muchas perspectivas diversas. La que aquí se adopta es una perspectiva sistémica, la que corresponde a quien, primero como responsable político y, más adelante, tras dejar el Ministerio, como estudioso interesado en la materia, se ha centrado sobre todo en la política de la educación, en todos los aspectos que influyen sobre las políticas públicas que moldean el sistema y en la economía política de las reformas orientadas a mejorarlo, siempre basándose en el conocimiento acumulado, en la evidencia empírica disponible. Es el punto de vista de quien se vio en la tesitura de encarar de la noche a la mañana un relevante reto estructural de nuestro país y tuvo que arrostrar el coste de emprender una reforma difícil en unas condiciones imposibles. Es por tanto una mirada personal, con seguridad condicionada por el sesgo de su autor y lo que le ha tocado pagar por ello, pero basada en datos objetivos y contrastables. Lejos de la queja y la vindicación, contiene un balance y una propuesta. Probablemente no haya otro tema tan prioritario, tan sustancial